martes, 16 de agosto de 2011

EN EL LAGO


Después de escucharla hablar con Richard, me ausente a toda prisa sin dar crédito a lo que estaba escuchando. Ella ya no me quería. Todo fue mal desde aquel momento. Y aunque seguía amándola como el primer día, el tiempo y la ausencia seguían marcando las pautas de un hombre, que tenía prohibido el amor. Mi cabeza solo hacia que dar vueltas, aquellas palabras. No conseguía concentrarme ni un solo segundo en otra cosa que no fuera ella. Me levanté a la cocina en busca de un vaso de agua. Salí al balcón. La noche era fresca y negra. Sin rastro de su cara en el cielo. Solo estrellas muy lejanas para llegar hasta ellas. Un paseo me serviría para romper mi ansiedad. Mientras me detenía frente a la constelación de Orión, ni un movimiento en las gelidas aguas del lago. Ni el ulular de las lechuzas, ni el croar de las ranas. Nada de nada. Todo se hallaba en la más inmersa de las tranquilidades.Todo el lago dormía invadido por la oscuridad de la noche, excepto yo.

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