lunes, 13 de febrero de 2012
LA CAJA DE MUSICA
Los años pasan. Siempre lo hacen. Recordaba las veces que escuchaba música en aquel viejo tocadiscos. Una caja de madera con dos altavoces que deleitaba mis sentidos en torno al rock n’ roll. Poco después llegaba el autobús que me conducía a la escuela. De aquel aparato salieron las más bellas y grandes canciones de la música. Cantidad de veces renunciaba a la calle, a jugar con mis amigos al escondite o al pañuelo, por tal de escuchar las dulces voces del rock. Hasta que un día se murió. Como todo. Un día dejó de sonar y se ahogo en el mayor de los silencios. Esa era una canción que nunca debió sonar.
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Pero ni la muerte de esa voz, ni el tiempo... ni tan siquiera el olvido de aquel niño que al crecer y hacerse adulto pierde lo mejor de si, la fantasía, la ilusión, la inocencia... ni siquiera esas cosas ineludibles en la pobre vida de cada ser humano; pudo lograr que de mi alma, de mi mente y de lo más profundo de mi corazón se borraran aquellas melodías que como mariposas de mil colores revoloteaban en mi mente.
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